9 de diciembre de 2008

Primeros sistemas de ignición y su evolución


Carga y manera de toma de fuego de un arma de pistón

Las pólvoras fulminantes

Las primeras investigaciones sobre pólvoras fulminantes de que tenemos noticias fueron hechas a finales del siglo XVII por el francés Pedro Bolduc.Sin embargo no fué hasta muchos años después cuando otro químico,también frances,descubrió el fulminato de mercurio,y dió a conocer sus propiedades detonantes.Varios accidentes ocurridos,fueron el motivo de que durante algún tiempo se olvidase las aplicaciones de la pólvora en las armas de fuego.
Más tarde el químico Berthollet descubre el fulminato de plata,más estable y manejable que el de mercurio;pero el resultado no pudo hacerse práctico debido a la sensibilidad del fulminato que hacía su manejo peligroso.
No fué hasta el año 1800 en que el inglés Howard encontró un fulminato compuesto por mercurio y salitre,que a pesar de ser fuertemente detonante,poseía las cualidades necesarias para ser una buena pólvora detonante aplicable y utilizable en las armas de fuego.
Las pólvoras fulminantes utilizadas en las armas de fuego permitían a éstas un fuego más rápido y constante que las llaves de chispa.


Pistones tallados y "de cuatro alas" para armas de percusión (en éstos ultimos,su forma facilitaba tanto la colocación como extración)

La llave de percusión


Consistía esta llave en un mecanismo en que el gatillo (martillo),caía sobre un pistón o varilla de acero,que se colocaba en una pequeña cazoleta o fogón,cuyo fondo estaba recubierto por una pequeña cantidad de pólvora fulminante.Al caer el gatillo sobre el pistón,éste golpeaba el cebo inflamándose y comunicando a través del oido del cañón,el fuego a la carga de pólvora,originando el disparo.
El éxito en la aplicación de las pólvoras fulminantes se debe al inglés Egg,quién en 1815 inventó el pistón.Consistía éste una cápsula de cobre en cuyo interior se depositaba una pequeña cantidad de pólvora fulminante.
El oido como toma de fuego ,fué sustituido por un pequeño tuvo denominado "chimenea", taladrado en su interior y que iba roscado en un lateral de la recámara del cañón.En esta chimenea se colocaba el pistón de cobre,que al ser golpeado por el martillo percutor inflama la cantidad de fulminante que porta,comunicando el fuego al interios del cañón.La superioridad del pistón sobre la chispa queda probada al observar que de cada quince disparos en el arma de chispa,por término medio fallaba uno,mientras que con el pistón el fallo era de uno cada trescientos.
Aparte de la ventaja de poder utilizar el arma en cualquier condición meteorológica,está el enorme incremento que experimenta la cadencia de tiro.
La aplicación del pistón obligó a modificar la cabeza del martillo percutor,haciéndola más pesada para incrementar la fueza del golpe y algo cóncava para cubrir parte de la chimenea y evitar que pequeños trozos del pistón puedieran saltar al exploxionar y dañar al tirador.
En las transformaciones de armas de chispa,el sistema que resultó más económico,rápido y práctico,consistió en atornillar o soldar al oido del cañón una pieza llamada "bombeta",sobre la que iba roscada la chimenea.La forma troncocónica de la chimenea era para facilitar el ajuste del pistón y evitar que éste se callera,al mismo tiempo que favorecía su rotura en el momento de la explosión y la caida por si solo,con lo que el tirador se ahorraba el tener que quitarlo para colocar uno nuevo.





Despiece de una llave de chispa transformada a pistón

Armas que nacieron con el pistón

Desde un principio,el hombre buscó un arma que le permitiera efectuar más de un disparo seguido.El pistón lo hizo posible y ya en 1845 Ethan Allen patentó un arma que fué de las más usadas en aquella época.Se la conocía con el nombre de "avispero" o "pepperbox" (caja de pimienta).Consistía esta arma en una serie de cañones ,agrupados en torno a un eje único o bién perforados en un mismo cilindro de metal.Posee un mecanismo en la empuñadura del arma que va haciendo girar los cañones,enfrentando cada vez la chimenea de cada uno al martillo,consiguiendo de esa manera un tiro de repetición;se la puede considerar como precursora de los futuros revólveres.No obstante esta arma carecía por completo de precisión;sin embargo gozó de gran éxito como arma de defensa personal.Se le puede considerar como el primer arma que utilizó la "doble acción" en su mecanismo.



Pistola de pistón "eibarresa" (1840)



Pepperbox o Avispero


El revolver de pistón


Existe un arma que data de la época de Carlos I de Inglaterra,hacia 1640,con un mecanismo muy parecido al primitivo revólver patentado por Samuel Colt.No obstante ,esta arma y el sistema que incorporaba permaneció ignorado y en el olvido durante más de doscientos años,sin que nadie se explique el porqué.
Fué Samuel Colt quién patentó un arma ,revolver,capaz de disparar con precisión y velocidad, una serie de disparos,con u
n mecanismo seguro,simple y duradero en su funcionamiento.
Esta arma fue perfeccionándose hasta alcazar un gran número de usuarios,alla por el 1850.Por fin el hombre podía portar una arma para su defensa,facil de llevar,segura y de repetición.Si bien la carga de estas armas era lenta y laboriosa,se puede decir que el portador solo contaba con los cinco o seis disparos de la recámara,éstos constituían una buena defensa si eran bién usados.




Revolver Colt Navy (año 1850)

8 de diciembre de 2008

Origen y evolución de las primeras armas largas de fuego

Aunque en principio existió una gran confusión sobre quien fue el inventor,o lo que viene a ser lo mismo,que pais fue el primero en usar armas de fuego,a la fecha de hoy en día se puede afirmar con toda certeza que este pais fue China
No hay una sola evidencia de armas de fuego en Europa antes del siglo XIV, pero los arqueólogos han encontrado un arma en Manchuria que data del siglo XIII, y un historiador ha identificado una escultura en Sichuan del siglo XII en que aparentemente se representa la figura de un arma de fuego. Dado que toda la evidencia apunta a que se originaron en China, lo más correcto es concluir,dando por zanjada la controversia
Los europeos ciertamente tuvieron armas de fuego en la primera mitad del siglo XIV, los árabes obtuvieron armas de fuego en el siglo XIV también; y los turcos, iraníes e indios las adquirieron en el siglo XV, en cada caso directa o indirectamente de los europeos. Los coreanos adoptaron armas de fuego de los chinos en el siglo XIV, los japoneses las adquirieron de los portugueses en el siglo XVI. 


En el año 1231 en la batalla de Kuang Fen los chinos utilizaron la pólvora como elemento propulsante de sus "flechas voladoras".

Algunos autores mantienen que el primer relato documentado de artillería impulsada por pólvora que se haya empleado en el campo de batalla es del 28 de enero de 1132, cuando el general Han Shizhongde la Dinastía Song usó escaladas y huochongs para capturar una ciudad de Fujian. 
En algún momento alrededor del año 1249, los chinos de la Dinastía Song comenzaron a colocar la pólvora primitiva en medio de gruesos trozos de bambú para utilizarlos como armas de fuego, disparando bolitas de arcilla como lo haría una escopeta actual.
La primera mención expresa acerca de la composición de la pólvora en Europa apareció en 1216 en Oxford, dentro la obra de Roger Bacon "De nullitate magiæ". Luego, en su "Opus Maior" de 1248, describe una fórmula de uso militar.
El autor inglés describió los petardos, que «se utilizaban en ciertas partes del mundo». La mezcla que presenta Bacon se asemeja a la supuesta composición china de consumo lento, utilizada en las flechas de fuego y los cohetes, pero probablemente no funcionase tan bien como pólvora para los cañones (el contenido de sal de nitro es demasiado bajo). En 1250, la "Konungs skuggsjá" noruega, en su capítulo sobre el ejército, mencionó el empleo de «carbón y azufre» como la mejor arma para el combate entre navíos.
Es probable que en esta época se utilizaran armas de mano, ya que en 1281 los scopettieri ("portadores de armas" ) italianos son mencionados junto con los ballesteros. Existen referencias más fidelignas en dos manuscritos de Walter de Milimete, capellán de Eduardo III de Inglaterra que se remontan a 1326 y que describen lo que actualmente se consideran los modelos más antiguos de armas de fuego. 
 La Bombardilla de Loshult es considerada actualmente como el arma portátil más antigua (con un peso aproximado de nueve kilogramos). Recuerda de un modo notable las bombardas ilustradas en los manuscritos de Walter de Milimete.
 Estas armas se cargaban introduciendo la pólvora por la boca del cañón, un taco y el proyectil (o proyectiles). Con toda probabilidad, el método de ignición para estas armas era el botafuego, es decir, una varilla con un trozo de yesca o mecha encendida asegurada a uno de sus extremos.


                                       Trueno de mano de Tannemberg, circa 1390. Alemania
                                                     Germ. Nationalmuseum, Nuremberg


                                                    Trueno de mano de Mörkö, circa 1390.
                                                    Statens Historiska Museum, Estocolmo



                                                  Trueno de mano de Frankenburg, circa 1460.
                                                               Historisches Museum, Berna


El gancho o prominencia inferior que presentan algunas de estas piezas portátiles servía para apoyar el arma contra un muro, parapeto o la regala en las bordas de los barcos. En el momento del disparo, buena parte del retroceso se amortiguaba con este saliente.
En Alemania, las armas provistas de este tipo de ganchos se llamaban "Haken-büchse" (arma con gancho), de cuya voz derivaron más tarde los términos "hackbut" en inglés, "arquebuse" en francés y, siguiendo la misma linea, "archibugio" en italiano y "arcabúz" en castellano. El gancho inferior de estas armas portátiles, especialmente en las armas de muralla, se mantendrá durante todo el siglo XVI.

Manejo

Las primeras armas de fuego portátiles podían usarse de dos maneras distintas:

1. Como una rudimentaria bazuca con la cureña apoyada sobre el hombro y una mano sosteniendo el arma mientras la otra mano sostenía una brasa para encender el fogón del arma en el momento indicado. 
2. Con una técnica de tiro en la que una mano apuntaba el arma mientras que el peso de la misma se aguantaba apretando la cureña bajo las axilas.

Con la ballesta como base, se evoluciona en el diseño ergonómico de la cureña de las armas de fuego portátiles, así podía manejarse con la cureña apoyada en el hombro del tirador, sujeta por la mano izquierda, y con la mano derecha preparada para acercar la brasa al fogón.

Guerras husitas.
Las cruzadas contra los husitas implicaron las acciones militares contra los partidarios de Jan Hus en Bohemia durante el período comprendido entre 1420 hasta casi 1434. Estos fueron los primeros combates en Europa en los que las armas portátiles de fuego tuvieron una contribución decisiva.

El arcabúz

En el siglo XV surge el arcabuz, un arma larga de fuego de avancarga, antecesor del mosquete. Su uso estuvo extendido en la infantería europea hasta el siglo XVII. A pesar de su longitud, el disparo era de corto alcance (apenas unos 50 metros efectivos), pero letal, en esa distancia podía perforar armaduras. Era fácil de manejar y desplazó rápidamente el uso de la ballesta, que desapareció a mediados del siglo XVI. Si se comparan sus prestaciones en combate con los arcos y ballestas, era imprecisa y de menor alcance, pero más poderosa, intimidadora y requería mucho menos destreza para manejarla con eficacia. Aunque el uso del arcabúz estaba difundido antes de la invención del mosquete (su evolución), fue contemporáneo y rival en uso de esa segunda arma, la cual le desplazó lentamente, despareciendo casi completamente en el siglo XVIII.

 
 Arcabucero con su característica mecha encendida en la mano.

Se diferencia del cañon de mano principalmente por incorporar algún mecanismo o “llave” de iniciado de la polvora, ademas de algún grado de sofisticación en forma y tamaño para hacerla mas manejable, o ergonómica como se dirá siglos después. De hecho, es a veces muy difícil definir si una arma antigua de esta época que se encuentre en algun sitio arqueologico es un cañon de mano del último período en torno a 1520 con llave de mecha, o un arcabuz primitivo de esa misma época.

El cañón y el cuerpo.

El arcabuz estaba formado por un cañón de hierro de una longitud de unos 93,92 cm. y un calibre variable, entre los 15 a los 20 mm., montado sobre un madero de aproximadamente 1 m. de longitud que normalmente era de cerezo o nogal (se prefería la primera, pues el nogal era más pesado). La culata (en el siglo XVI se denominaba "mocho" ) solía ser recta, no curva, pues era mejor en el uso para los soldados. El cañón tenía en su parte posterior un orificio por el que se aplicaba en el momento del disparo la mecha encendida. En total, el arcabuz llegaba a pesar de entre unos 4 kg y 5 kg.

Mecanismo.

El más corriente fue el de mecha, más usado en el siglo XVI y de pedernal aparecido a mediados del siglo XVII
El mecanismo de mecha consisitía en colocar una mecha encendida en un trozo de hierro a modo de palanca, llamada serpentín que, accionada por el gatillo, se introducía en el oído (donde se encontraba la cazoleta, llena de pólvora), donde se producía la explosión disparando la bala.


A mediados del siglo XVI se introduce en los arcabuces la cubrecazoleta, una tapa que cubría en las marchas o días lluviosos la cazoleta, pues si la pólvora se mojaba, no se produciría la explosión.
También en ell siglo XVI apareció el mecanismo de llave de rueda, mucho mas sofisticado que la antigua llave de serpentín, y que es similar a como funcionan las ruedas de encendido de los encendedores de bolsillo modernos.
Actuaba basada en  los principios de hacer fuego usando el pedernal y el eslabón, adecuándolos a un mecanismo para un arma de fuego.
Se insertaba una palanca en el eje de una rueda para girarla contra un resorte. Luego al disparar, la rueda giraba de vuelta a gran velocidad rozando una piedra de pedernal sujeta por las mordazas de la palanca articulada que de ahora en adelante pasaría a llamarse “gato”,generando de esta forma chispas que encendían la pólvora de la cazoleta.
El mecanismo era muy sofisticado y requería de mucho tiempo y destreza para que un artesano pudiese fabricar uno de ellos. En esa época, tan sólo los mecanismos de los primeros relojes de péndulo eran mas finos y precisos que estas piezas. Demas está decir que ademas eran terriblemente  caros.


La llave de rueda, también llamada de rosa o de fuego, consistía en una rueda dentada, que al girar rápidamente contra una piedra blanda, piedra de fuego o piritas le hacía despedir chispas.


Arcabúz con llave de rueda. Podemos ver la palanca que se usaba para girar la rueda.

El mecanismo de pedernal no se introduce en el arcabuz hasta, más o menos, 1670. Para entonces, el arcabuz no era un arma de fuego de infantería, pues el arcabuz había sido sustituido por el mosquete, sino de caballería. El mecanismo de pedernal era más caro, aunque más seguro y eficaz para el soldado. La llave de pedernal consistía en introducir una piedra de pedernal que funcionaba como mecha. Se introducía en la cazoleta y la chipa producida daba paso a la explosión . El mecanismo era parecido al mecanismo de la mecha pero se sustituía la mecha por la piedra de pedernal.


Al apretar el gatillo un pedernal choca contra un metal lo que provoca una chispa que enciende la pólvora de la cazoleta que a su vez, a través de un fino agujero(oído), prende la pólvora depositada en el cañón e impulsa la bala.

Munición.

La munición del arcabuz consistía en la pólvora y la pelota, la bala propiamente dicha. La bala, de forma esférica, estaba hecha de plomo y solía pesar unos 10 g aproximadamente. Las balas debían estar hechas de tal manera que entrasen holgadamente en el cañón del arcabuz. El que existiera una distancia entre la pared del cuerpo y la bala (Cristóbal Lechuga, maestre de campo, nos indica que se llama viento) ayudaba a que los gases que se producían en la explosión para expulsar la bala no obstaculizasen y frenasen el disparo, ralentizando a la bala. La bala era introducida por el cañón, como arma de avancarga. Se introducía gracias a una baqueta de hierro que era usada como rascador (para limpiar la pared interna del arcabuz) y atacador (para que llegase la bala a la recámara). Las balas eran hechas, a veces, por los mismos soldados, quienes adquirían plomo y una tenaza con la que se hacían las balas, pues tenían la forma.
El soldado llevaba dos tipos de recipientes para la munición, un frasco donde se llevaban las pelotas y un frasquillo donde se llevaba la pólvora para cebar la cazoleta. En algunos casos, se llevaban recipientes con la bala y la cantidad exacta de pólvora, estos frasquitos en los tercios españoles eran doce y los soldados los llamaban comúnmente los doce apóstoles.
Para accionar el mecanismo de mecha se llevaba una cuerda formada de lino o cáñamo, rebozada con agua y salitre, para que, cuando prendiera, diera más fuerza en la explosión. Pero esto ocasionaba que la cuerda se malgastara pues ardía con rapidez.
Para accionar el mecanismo de pedernal, se llevaban varias piedras de pedernal que solían durar bastante.
El alcance útil del arcabuz no superaba los 50 m y habitualmente se prefería disparar a menos de veinticinco metros de distancia del enemigo, pero la evolución y mejoramiento del arcabuz dio más alcance efectivo (se cree que a finales del siglo XVII, podían tener un alcance de doscientos metros).

Detallaremos la serie de movimientos necesaria para un arcabuz de mecha con cubrecazoleta [c.1540-c.1670]

CARGA

1. Cebar la cazoleta con el polvorín.
2. Cerrar la cubrecazoleta
3. Soplar sobre el conjunto - cerrada la cubrecazoleta - para eliminar los restos de pólvora que hayan caído fuera de la cazoleta, en soslayo de una ignición fortuita.  
4. Llenar el arcabuz con la carga principal de pólvora. Bien usando los frascos - o doce apóstoles con la carga dosificada - llevando la boca del frasco a la boca del arcabuz y volcando todo su contenido, o bien usando el frasco principal, y echando a ojo una carga de pólvora, regulando su volcado con un pulsador que liberaba la apertura del frasco.
5. Introducir la bala por la boca del arcabuz 
6. Sacar la baqueta del fuste, acortarla y llevarla a la boca del arcabuz.
7. Llevar la baqueta por el ánima del cañón hasta tocar la bala, y golpear dos veces sobre esta para prensar la pólvora. 
8. Sacar la baqueta e introducirla de nuevo en el fuste.

COLOCACIÓN DE LA MECHA

9. Colocar la mecha en el serpentín, tomando la medida del trozo que se ha de engarzar, de manera que el cabo encendido caiga justamente sobre el polvorín.
10. Avivar el cabo encendido de la cuerda para que haga buen efecto, soplando sobre él.

DISPARO

11. Llevarse el arcabuz al hombro y apuntar. 
12. Liberar la cazoleta de su tapa. 
13. Pulsar el disparador. (..........y esperar qu haya suerte)
14. Soplar la cazoleta para eliminar los restos de pólvora quemada y posibles rescoldos, quedando el arma preparada para reiniciar el proceso.

El mosquete

Contemporáneo en la historia con la última época del arcabuz, el mosquete se perfiló como una variante mas pesada y potente del anterior, tan pesada que las versiones primitivas debieron contar con un accesorio especial en la forma de un monopié terminado en una horquilla superior. En esta horquilla se apoyaba el arma para hacerla mas estable en el momento del disparo. El mosquete nace como pieza ligera de artillería para defensa de plazas fuertes a principios del XVI. De hecho en fecha tan temprana como en 1501 se hace referencia entre las piezas entregadas a fortalezas del reino de Granada, un mosquete de una arroba y cuatro libras de peso [13,34kgs].
Estas piezas no obstante, no eran armas portátiles para el uso de la infantería en campo, sino mosquetes de posta, o de muro, que aunque manejados por una sola persona, necesitaban de un punto de apoyo - normalmente el propio muro de la fortaleza, de ahí su apellido, o un caballete - para poder ser disparadas, en tanto su enorme peso hacía inviable que un hombre las manejara para hacer puntería con ellas. No fue hasta la década de 1560, cuando el mosquete - aligerado y apoyado en una horquilla de madera - hace su salida de las fortalezas como arma portátil del infante. El mosquete fue esencialmente un arma idéntica a su hermano pequeño el arcabuz, radicando su diferencia en sus dimensiones [calibre, longitud, peso] prestaciones [alcance, potencia y cadencia] y en su manejo, ya que por su peso [entorno a 7.5-8.5kgs] requería del uso de una horquilla para su apoyo. 
El calibre de un mosquete solía ser de onza y media de bala o dos onzas, aunque había piezas portátiles de hasta dos onzas y media.

1 onza = 1/16 libra castellana = 28.75 gramos.
1 bala de plomo de 2 y ½ onza de peso tendría 22.55 mm de diámetro.
1 bala de plomo de 2 onza de peso tendría 21 mm de diámetro.
1 bala de plomo de 1 y 1/2 onza de peso tendría 19 mm de diámetro.

La longitud del cañón solía ser de entre 5 y 6 palmos [o cuartos] de vara castellana [100-120 cm] y su peso [sólo del cañón] de entre 15 y 20 libras [5-6.5kgs].

La caja [fuste y mocho] se hacía de madera de cerezo, y las llaves fueron de mecha en la mayor parte del periodo que tratamos, hasta que en el último cuarto del siglo XVII comenzaron a sustituirse por las llaves de pedernal.

Pelotas

Un mosquetero debía llevar unas 25 pelotas o balas de plomo consigo - la mitad que un arcabucero - número que constituía el que resultaría necesario para una batalla. No obstante esto, tal vez algunos soldados llevasen menos - excusando así la carga - o consumiesen más - dependiendo de las ocasiones - con lo que deberían recibir suministro de pelotas hechas, que se transportaban en cajas en los carros de la artillería. Por este motivo, era muy necesario que los calibres fueran lo más comunes posibles, para evitar el inconveniente de no tener la munición adecuada con que servir las armas. En todo caso, nos remitimos a lo ya indicado para el arcabuz, junto con el arma se suministraba una turquesa o molde para la fabricación de las balas, y al soldado se le entregaba el plomo en pasta para que el mismo labrase sus pelotas. En cuanto a lo que se refiere a la descripción de llaves, pólvora, frascos, frasquillos, balas, mechas y demás equipamientos del mosquete, para no extendernos, nos remitimos al hilo arcabuz y nos centraremos de aquí en adelante a destacar únicamente aquellos aspectos diferenciales de la pieza menor.

Alcance

Martin de Eguiluz narraba de los mosquetes en 1592:
Alcanzan mucho, y matan a cuatrocientos pasos a un caballo.
Miguel Pérez de Ejea daba el dato que sigue en el año de 1632:
[800 pies es la distancia] donde empiezan a hacer efecto las bocas de fuego, entrando dentro  la jurisdicción y puntería de los mosquetes. [800 pies = 222 metros] 
Sebastián de Medrano recogía el siguiente dato en 1700:
La primera máxima es que línea de la defensa no sea mayor que el alcance del mosquete de punto en blanco, que es mil pies geométricos.

O sea, algo más de 220 metros para un mosquete del primer tercio del XVII, y cerca de 270 metros de alcance de punto en blanco para un mosquete de finales de dicho siglo.( * 1 pie [geométrico] = 1/3 de vara castellana = 27,77mm )

Horquilla

La horquilla solía ser de 7 palmos [unos 146 cm] y su asta debía ser de madera de espino, u otra madera fuerte, antes que madera dulce, porque a pesar de que fuera más pesado, había de sufrir bastante peso y trabajo.
La U de la horquilla era de metal, y asimismo, la horquilla contaba con una contera de metal en su pie, para que no se desgastara la madera en su contacto con el terreno.
A finales del siglo XVII, el mosquete se apropia definitivamente del campo de batalla. De los sistemas de cuerda y rueda de sus inicios, se pasará al sistema de chispa. La incorporación de la bayoneta, primero encastradas -se introducían en el cañón e impedían disparar- y luego, a mediados del siglo XVIII, de cubo –que permiten calarla sin obstruir el cañón-, permitirán prescindir de la infantería con picas, en favor de más mosqueteros. Por primera vez en la historia, los hombres en el campo de batalla no eran una mezcla de espadachines, piqueros, mosqueteros, ballesteros, arqueros y jabalineros: casi todos los ejércitos comenzaron a estandarizar sus fuerzas militares dejando en la lucha frente a frente solo a los mosqueteros, por el poder de fuego que representaban y porque, si estaban entrenados y mantenían la organización, se podían defender también de la caballería.
Edward Charles Howard en 1800 descubre los fulminatos y sus propiedades detonantes. Fue luego el reverndo A. J. Forsyth de Belhelvie, Aberdeenshire, Escocia, quien experimentando con estos compuestos fabricó los primeros pistones fulminantes como un medio de iniciar una carga de polvora de un arma de fuego.
Ya para 1830 los pistones fulminantes eran de uso comun en armas de fuego, y lo que se hizo fue crear un mecanismo tomando como base la llave de pedernal y eliminar la la cazoleta y sustituyendola por una simple chimenea que aceptaba el fulminante y que comunicaba con la carga de polvora a traves del orificio de iniciado. Tampoco era ahora necesario llenar de pólvora el orificio ya que el fulminante era por si solo capaz de proyectar la detonación a la polvora a traves de este conducto.



La llave de percusión es el mecanismo de las armas de fuego, mediante el cual se explosiona la pólvora por medio de una cápsula fulminante que se inflama al golpe de un pequeño martillo, en sustitución del pie de gato de la llave de sílex.


 

Muchos mosquetes fueron transformados a percusion por la via de modificar su mecanismo original de pedernal, manteniendo el resto del arma tal cual. Con este mecanismo se avanzaba en la rapidez de tiro al ser mas fácil poner un piston que cargar la cazoleta con polvora y montar la batería, se evitaban las obstrucciones del orificio con residuos de pólvora de la cazoleta, ademas de dotar al arma de una mejor proteccion ante las inclemencias del tiempo, ya que la lluvia hacía las armas de pedernal inservibles luego de unos minutos de expuestas a esta.
La última guerra importante en que se usaron mayoritariamente mosquetes fue la guerra de Crimea en 1854. Los de percusion fueron usados por Inglaterra y Francia, y los mas antiguos de pedernal fueron usados por las fuerzas rusas y turcas.
Lo que no cambió nunca en el mosquete fue su alcance y precisión, similar durante los casi 300 años de su uso, y que fijó así las tácticas de la época en las mentes de generaciones de mandos militares.
Por ello Lord Raglan pudo darse el lujo de estudiar y eventualmente aplicar en Crimea tácticas similares a las desarrolladas por Federico Guillermo I de Prusia casi 150 años antes, algo impensable hoy en día.
Sin embargo en este conflicto ya estaban a la vuelta de la esquina, hicieron su aparición y se usaron aunque en mucho menor escala los rifles. Rifle es un término de origen anglosajón con el que se designa genéricamente a cualquier arma larga, como fusiles o carabinas, cuya ánima está rayada para estabilizar la bala durante el disparo.

Primeros materiales adicionales en las balas

A principios del siglo XIX, las balas de plomo se comienzan a endurecer aleándolas con antimonio o recubriéndolas de cobre para evitar que la bala se desvíe de su trayectoria habitual, debido a las deformaciones provocadas durante el disparo. También se les da forma cilindrocónica para favorecer la rotación al ser disparada de un cañón con rayado de ánima.


El rayado del ánima consiste en grabar una serie de estrías a lo largo de la superficie interna del cañón, que van girando en un determinado sentido, completando un giro de 360° alrededor del eje del cañón cada cierta distancia.
Las estrías provocan que la bala rote varias veces, y de esta manera se mantiene estable la trayectoria durante el avance al mantener su eje paralelo con la línea de vuelo. Como consecuencia aumenta el alcance y la puntería del fusil.
Los fusiles y carabinas de ánima rayada se conocerán genéricamente a partir de esta época por el término anglosajón de rifle.
Los primeros rifles que se produjeron en forma regular exceptuando casos puntuales y anecdótios que fueron fabricados desde antiguo en toda Europa, fueron derivados de un invento alemán, el Rifle Jäger (rifle deCazador). 


El Jäger. Esta arma de caza con sus variantes se usó desde mediados del siglo XVIII hasta entrado el siglo XIX, fecha en que la llegada del piston fulminante también se hizo notar.
El paso del sistema de llave de pedernal al sistema de iniciado por llave de pistón o percusión fue tan expedito como en el caso de los mosquetes ya descrito, y ocurrió simultáneamente con el anterior.
Ya hacia 1840 el rifle de percusión hacía su tímida entrada en los escenarios bélicos, y para 1861 en que comienza la Guerra de Secesión americana era el arma principal de ambos bandos.
Tomando como ejemplo el posterior Springfield modelo 1863, el arma principal usada por el ejército de la Unión, éste era capaz de impulsar una bala tipo Minié calibre .58 a una velocidad de 289 mts/seg. Tenía una buena precisión hasta los 400 metros con un rango efectivo maximo de 600 metros. Su cadencia de tiro era de 6 disparos por minuto en buenas manos. Pesaba algo mas de 4 kilos y su longitud era de 1,49 metros. 
US. Springfield m1863.

La tragedia que se originó en esa guerra con la entrada de estos rifles fue consecuencia de lo que los mandos durante decenas de generaciones habían aprendido táctica pensando en el rendimiento del mosquete. De allí que las principales batallas iniciales de este conflicto fuesen efectuadas bajo esa doctrina, todavía con formaciones ya anacrónicas de lineas de batalla.
Pero las nuevas armas que usaban ahora eran muy capaces de atravesar dos infantes en linea de fondo y a veces tres, a distancias mucho mas allá que los 50 metros usados hasta entonces, y con una precisión que ponía en ridículo todo lo visto o dado por sabido previamente en lo que a prestaciones de un arma de fuego se refiere.
Costo decenas de miles de vidas aprender la lección, incluso incontables oficiales y mas de un general perdieron la vida por no estar acostumbrados a pensar en términos del alcance y precision de esta nueva arma, a manos de las recien creadas formaciones de snipers.
Durante la Guerra de Secesion se generalizó una práctica que ya existía en los ejércitos desde la época del pedernal. Consistía en que no se entregaban separadamente al soldado los proyectiles sueltos y la pólvora a granel, sino que para evitar accidentes en el fervor de la batalla se usó una forma mas práctica de dotar al soldado de su parque individual: el cartucho
Este no era mas que un envoltorio cilindrico de papel cerrado por ambos extremos y que contenía por un lado la bala y por el otro la pólvora exacta. Lo único que por razones de seguridad se entegaba aparte e iba en un estuche separado eran los pistones.


                                                         Cartucho calibre .58 Springfield

 Al momento de cargar, el soldado rompía el papel por el extremo de la pólvora usualmente con los dientes. Luego la vertía en el cañón e introducía la bala de la forma usual aprovechando de usar el papel como taco. Esta fue la manera como evolucionó el antiguo sistema de medidas de pólvora hechas de tubos de madera, que los mosqueteros colgaban de sus bandoleras para evitar tener que dosificar pólvora en medio de un combate.
Todas las armas expuestas hasta ahora eran de avancarga. Se cargaban prácticamente de la misma manera que un arcabuz.

7 de diciembre de 2008

El cañón de mano,su evolución

Cañón de mano.Dinastia "Yuan" (1279/1368)


La palabra pistola es por definición del Diccionario de la Lengua Española,un arma corta de fuego que se maneja con una sola mano.Hay quien afirma que su origen procede de la ciudad italiana de Pystoya.Otros,como el filósofo y entendido en armas Demmin,defienden la idea de que,dado que los caballeros franceses llamaban al estribo de la montura,donde iban sujetas las alforjas,"pistal",bien pudo denominarse "pistola" a lo que en ellas se guardaba.
Existen otras conjeturas;pero la solución de este enigma no podrá solventarse hasta que algún documento,si es que existe y tiene la suficiente credibilidad,aporte suficientes datos para desvelar el misterio.

El cañón de mano


Estas primeras armas de fuego,ligeras o portátiles,consistían en un tubo metálico,más o menos elaborado,cerrado por un extremo,llamado "culata" y en la parte superior de ésta existía un orificio llamado "fogón".Por el extremo abierto se introducían la pólvora,el o los proyectiles y una borra de estopa o papel,se comprimía a bolpes de baqueta y así quedaba cargada el arma.Para disparar se llenaba de pólvora el fogón y,tras apuntar de la menera más precisa posible,se acercaba al pequeño orificio una mecha lenta o un carbón encendido,lo que hacía inflamar el "cebo" y éste a su vez comunicaba el fuego al interior del arma,produciéndose el disparo.
Los ejemplares de estas armas son muy escasos y,como ya hemos dicho,no se ha podido determinar con total precisión donde y quién comenzó su fabricación y uso.

Las armas de mecha


El ingenio humano pronto desarrolló un sistema para que esa mecha lenta se aplicara mediante un procedimiento mecánico,creando así lo que podríamos denominar el primer sistema de percusión,o más concrétamente,el antecesor de los "martillos" posteriores y actuales.
Las diferencias con el cañón de mano eran mínimas,la carga se efectuaba de la misma manera y aquí el cebo se colocaba en una pequeña cavidad circular dispuesta en la culata,en donde se encontraba el fogón.Adosada a un lateral se situaba una pieza en forma de "S" llamada "serpentín" a la que en su parte superior se sujetaba la mecha por distintos procedimientos.Para disparar se tiraba hacia atrás de su parte inferior,descendiendo el otro extremo sobre el fogón,prendiendo el cebo y produciéndose el disparo.
Este sistema aportó la mejora de facilitar el apunte del arma,ya que el tirador no debía fijar toda su atención en dirigir con su mano la mecha al cebo.
Algunos autores atribuyen el invento del arma de serpentín a los armeros de Lieja en 1375;pero la documentación auténtica más antigua se halló en Viena y data de los primeros años del siglo XV.

Las armas de rueda

Es este un sistema más avanzado,más perfeccionado y distinto,al de mecha.Desde antes de aparecer las armas de fuego era conocido y utilizado el sistema de encender fuego golpeando una piedra dura contra un hierro o "eslabón" y aprovechar las chispas que se producían para encender una "yesca" y comunicar el fuego donde fuera necesario.Lo mismo se consigue si en vez de piedra,normalmente una variedad de silex,se frota con un trozo de pirita,mineral que contiene hierro.
El funcionamiento de estas armas era el siguiente:se hacía girar un anillo,situado en el lateral,tallado con cortes o rebajes,mediante una llave independiente;al rodar una pequeña cadena que envolvía el perno de esa rueda,tiraba por un extremo una parte de un muelle de lámina en forma de "V" y quedaba fijada por un diente.Tras la rotación, se abatía sobre la rueda una pieza derivada del serpentín y al que sustituía,la cual llevaba fijada en sus extremo mediante unas mordazas regulables un trozo de pirita.Al tirar del gatillo se liberaba la rueda que,impulsada por la presión del muelle,giraba rozando la pirita y produciendo las chispas junto a la "cazoleta" que,previamente llena de pólvora,comunicaba por el "fogón" el fuego al interior del arma.
Las primeras pistolas de rueda fueron utilizadas principalmente por los militares para los cuerpos de caballería.Su empleo revolucionó la forma de hacer la guerra y posibilitó nuevas técnicas que hicieron de la caballería la dueña de los campos de batalla a la vez que fueron posibles los ataques nocturnos al haber sido eliminada la mecha constántemente encendida.Estas armas facilitaron un apunte mucho más preciso,una mejor manejabilidad, y un notable aumento de eficacia y seguridad en cuanto a su uso.


Las armas de piedra



El uso progresivo y extendido de las armas de fuego hacía necesaria una mayor simplificación de su construción y empleo.
Las armas de rueda adolecían de un excesivo precio en su realización,así como de un complicado mecanismo que solamente un experto podía reparar o sustituir.La pirita,que en el sistema de rueda se empleaba para producir las chispas era demasiado blanda y se desmenuzaba facilmente.Se intentó sustituir por una piedra de silex;pero era demasiado dura y dañaba la rueda.Alguien debió pensar que en la forma tradicional de encender fuego,bastaba golpear la piedra con el eslabón para producir la chispa,de ahí el arma de silex,que luego se denominaría simplemente simplemente de chispa,había un paso.
Su funcionamiento es simple,al mismo tiempo que más resistente y seguro que los anteriores,la piedra esta sujeta con mordazas al gatillo en el lateral del arma,éste al levantarse comprime un muelle y es sujetado por un resalte;al oprimir el gatillo el martillo queda libre e impulsado por la presión del muelle da un fuerte golpe contra una pieza de acero,provocando las chispas que inflamarán el cebo que reposa en la cazoleta y que seguidamente se transmitirá a la carga.

Armas de percusión

A principios del siglo XIX un reverendo protestante escocés,llamado Alexander John Forsyth,aficionado a la caza y la química,va a revolucionar el mundo de las armas de fuego.Este sacerdote,que vivió de 1768 a 1843 en Belhelvie,patentó,basado en los experimentos químicos del francés Bayen y del inglés Howard,el 11 de Abril de 1807 el mecanismo de percusión para armas de fuego y,aunque éste en sus comienzos era peligroso,complejo y caro,innovó de tal forma los esquemas hasta entonces utilizados en las armas de pedernal,que a partir de 1818,en que se liberalizan los derechos de su patente,todos los armeros y fabricantes dan a luz multitud de mecanismos que utilizan los fulminantes de una u otra forma,para provocar la ignición.
Estas sales que se obtienen mediante disolución de metales en ácidos,se conocían y empleaban en diferentes usos desde tiempos atrás y, aunque se había intentado usarlas como propelentes,no avanzarse en su uso por ser excesivamente explosibas y corrosivas,no permitiéndolo la construcción y resistencia de los cañones empleados.
La consecución de una cápsula de cobre que contenía una pequeña cantidad de fulminato de mercurio utilizado como iniciador del proceso de combustión,será un paso de gigante,siendo utilizado hasta la consecución de los cartuchos de auto-ignición en las armas de retrocarga.
Muchas armas de piedra se adecuaron a este nuevo sistema de encendido,que facilitaba el proceso de disparo,aumentaba su cadencia,permitía una mayor seguridad y,lo que era aun más importante,solucionaba el problema de la ineficacia del debo en la cazoletza con lluvia o ambiente húmedo.Pistola Deringer Philadelphia de 1825

Las armas se simplificaron notablemente al eliminarse elementos como las cazoletas, rastrillos, portapiedras,etc,cambiándose todo ello por un "oido" ,que normalmente se enrroscaba en la recámara del cañón,hueco en su interior,llamado "chimenea",en la que se colocaba el pistón y un martillo en el que,en vez de piedra,existía una superficie plana que golpeaba contra la chimenea y lanzaba una llamarada hacia la carga de pólvora que contiene la recámara.Este sistema fué mundialmente aceptado y producido,tanto para usos militares como civiles.
En lo EE.UU.,país que en aquella época se encontraba en plena expansión,las armas de percusión alcanzaron gran éxito,siendo un alemán afincado en Filadelfia,ya dedicado a la fabricación de armas para el gobierno y pistolas de duelo para particulares,llamado Heinrich Derringer,el primero que produjo una pistola de percusión alrededor de 1825.El modelo que más fama alcanzó,y supuso un fabuloso negocio para su creador,era una pistola de pequeño tamaño,que se hizo popular tanto entre honrrados ciudadanos,como jugadores profesionales y ladrones,que fué conocida por el apellido de su creador.




6 de diciembre de 2008

Armas de fuego,sus orígenes


Trabucos

Culebrina

Las armas de fuego, son una consecuencia aplicada del invento de la pólvora, la cual se atribuye a los chinos. De este hecho se poseen referencias ciertas de su utilización. Esto ocurrió históricamente en el el año 1231 en la batalla de Kuang Fen.
En ella los chinos utilizaron la pólvora como elemento propelente de sus "flechas voladoras" mediante un artificio similar a lo que hoy se conoce como cañitas voladoras. En esta remota nación, la pirotecnia se convirtió en un arte, que siguió hasta nuestros días.


Arcabuces españoles

LAS PRIMERAS ARMAS DE FUEGO
Existen contradicciones sobre la fecha en que hizo aparición la pólvora en occidente, ya que Roger Bacon (Inglaterra) describió sus efectos a mediados del Siglo XIII. Pero no fué hasta el 1308, en que se reconoce históricamente la aparición de los primeros cañones, conocidos como Culebrinas y Falconetes. Posteriormente aparecen las armas "ligeras" en el año 1350, en Suecia (Bombardilla de Loshult) y en 1390? Trueno de Mano de Morko, de cuyo nombre hacken büsche, deriva hackbut (inglés), arquebuse (francés), arquebugio (italiano) y arcabuz, en español.
 

t                                                          Trueno de Mano Morko
 
Al principio todas las armas de fuego se cargaban introduciendo por su boca la pólvora de impulsión, un taco y el proyectil o proyectiles. En cuanto al funcionamiento del sistema de ignición existen importantes controversias ya que se menciona la posibilidad del empleo de una brasa o hierro enrojecido para hacerlo funcionar introduciéndolo en el fogón, pero parece más probable que se usara un botafuego, que consistía en una varilla con un trozo de yesca o mecha encendida asegurada en un extremo.
Estas armas sólo resultaban peligrosas para el enemigo en distancias cortas, porque no tenían el suficiente alcance, pero conferían al usuario un gran poder disuasorio y psicológico sobre el adversario. En contrapartida, hay que destacar que eran armas de un engorroso funcionamiento y que revestían cierto peligro para el que las manejaba ya que podían estallar en las manos con mucha facilidad, y su precisión era dudosa.

Consejos a la hora de efectuar el disparo


Postura:

.- Explicaremos aquí la postura general aplicable más o menos a todos los tiradores. A partir de esta postura general, cada tirador debe hacer pequeñas modificaciones para adaptarla a la estructura física de su cuerpo. No será igual la postura para un tirador diestro cuyo ojo maestro sea el derecho que la postura para otro cuyo ojo maestro sea el izquierdo. Del mismo modo, la postura para un tirador alto y delgado será algo distinta de la de un tirador bajo y musculoso, cuyo centro de gravedad estará mucho más bajo.

En general, existen tres tipos básicos de postura: La postura de frente al blanco, la diagonal con respecto al blanco y la de perfil al blanco. Hasta hace algunos años, se tenía por correcta la postura diagonal con respecto al blanco, a pesar de que los estudios sobre la estructura ósea y muscular del cuerpo, e incluso estudios de fuerzas físicas demostraban que la postura más correcta debería ser una postura más cercana a la de perfil que a la diagonal.

El motivo que se utilizaba para elegir una postura diagonal era meramente intuitivo. Se tachaba de mala la postura de frente al blanco, ya que carga excesivamente el peso sobre el hombro, y de igual modo se tachaba de mala una postura totalmente de perfil ya que obliga al cuello a una ligera tensión y esto puede dificultar en cierta medida la llegada de oxígeno al cerebro al presionar la carótida que pasa por el cuello para llevar sangre rica en oxígeno al cerebro. Una reducción de oxígeno, aunque sea pequeña, dificulta el disparo.

Esto sin embargo, puede ser cierto en una postura totalmente de perfil, en cambio, en el momento que añadimos un ligero ángulo, se evita este problema y la base de sustentación que da muy mejorada. Es decir, los estudios anatómicos demuestran que la postura ideal estaría basada en la de perfil, añadiendo un pequeño ángulo para evitar la tensión sobre el cuello.

En general, lo primero que debe cumplir una postura es que sea cómoda y capaz de ser mantenida durante un período muy prolongado de tiempo. Pensemos por ejemplo en una tirada de Pistola Libre, donde deberemos mantener la misma postura durante mucho tiempo sin sentir cansancio al final de la prueba.

La mano izquierda, (o la derecha en el caso de los tiradores zurdos), debe tener un buen apoyo. En ningún caso debe estar colgando, sino que estará fija en algún sitio como el pantalón, el bolsillo del pantalón o algún bolsillo lateral en el caso de que estemos utilizando una chaqueta o chaleco.

En cuanto a los pies, dentro de ciertos límites se considera como buena una abertura más o menos igual a la anchura de los hombros, lo que garantizará un buen equilibrio. La única excepción para esto deberían ser las pruebas de velocidad en las que los pies deben estar un poco más separados de lo normal para favorecer el giro de la cintura.

El peso del cuerpo debe estar bien repartido entre ambas piernas, y el tronco ligeramente hacia atrás para compensar el peso del arma y aliviar al mismo tiempo la tensión sobre los deltoides.


EMPUÑADURA:

.- Si bien es un elemento de gran importancia dentro del tiro de competición, tampoco debería ser llevado a los extremos que se pueden encontrar en algunos tiradores para los cuales cada error que se comete es debido a la empuñadura.

Debe ser ante todo cómoda, sin aristas pronunciadas y capaz de ser empuñada siempre de la misma forma. Un buen apoyo para el dedo pulgar también es de una importancia primordial. Este dedo no debe ejercer ningún tipo de presión, por lo que un buen apoyo para el mismo nos evitará muchos de los impactos altos y a la derecha que a veces nos encontramos sin motivo aparente en nuestras dianas.

La empuñadura debe estar preparada de tal manera que cuando levantemos el brazo, una vez puestos en la posición de tiro, las miras salgan alineadas o prácticamente alineadas. Los dedos no deben enroscar completamente la culata, ya que esto nos puede dar algunos errores por presiones a la hora de disparar.

En cuanto a la presión que debemos ejercer sobre ella, depende de cada modalidad, por lo que en cada capítulo dedicado especialmente a cada una de las modalidades hablaremos de ello por separado. Como regla general se acepta que la presión de agarre sobre la empuñadura es directamente proporcional a la presión a la que tengamos el disparador, de esta manera la pistola libre requeriría mucha menos presión sobre la culata que el grueso calibre, aunque como explicamos en el apartado de pistola libre existen diversas teorías sobre esto.


RESPIRACIÓN:

.- El disparo debe efectuarse en apnea. El proceso respiratorio para realizar un disparo sería por tanto el siguiente: Estamos con el arma apoyada descansando a medida que respiramos normalmente teniendo cuidado de realizar una respiración abdominal, es decir; por una extensión del abdomen y no sólo de los pulmones y de inspirar el aire por la nariz y expulsarlo por la boca. Esta respiración nos sirve para para relajarnos ya que no debemos olvidar que la respiración abdominal es la base de todos los sistemas de relajación y preparación mental, y al mismo tiempo debemos ir concentrándonos en lo que haremos a continuación, e incluso visualizando mentalmente los pasos del disparo.

Bien, una vez que hemos realizado suficientes respiraciones abdominales y que nos sentimos suficientemente preparados para efectuar el disparo, llega la hora de subir el brazo, movimiento que debe estar acompañado de una inspiración de aire quizá algo más amplia que las anteriores, con los elementos de puntería ya centrados sobrepasamos la zona del negro hacia arriba para dejar caer el brazo a medida que vamos expulsando el aire que habíamos retenido. Este movimiento es importante, ya que el hecho de bajar el brazo acompañado de una expulsión de aire parece tener una acción relajante sobre los músculos del brazo disminuyendo las oscilaciones de los mismos.

Algunos tiradores consideran beneficioso el realizar una segunda inspiración, esta vez mas pequeña, volviendo a sobrepasar la zona un poco para luego dejar caer el brazo a medida que expulsamos el aire y colocamos el arma en la zona de disparo debajo del negro. Una vez allí, y en apnea debemos efectuar el disparo ejerciendo poco a poco presión sobre el disparador sin brusquedades.

Modernamente se considera que es mejor realizar esa apnea a media capacidad pulmonar, y no expulsando todo el aire. De esta manera, una vez que levantamos el arma con una inspiración, debemos dejar que la elasticidad natural de los pulmones expulse el aire y no intentar forzarlos para expulsar el máximo volumen de aire posible.

Si una vez que hemos iniciado la apnea el disparo no sale de seis a ocho segundos, debemos bajar el brazo e iniciar todo el proceso de nuevo. No nos debemos dejar confundir aquí si vemos que el brazo está lo suficientemente parado o si vemos que tenemos el suficiente poder de concentración para seguir intentándolo por encima de ese tiempo. El problema no está en los músculos del brazo o en el poder de concentración, sino que principalmente está en la cantidad de oxígeno que llega al cerebro, y después de ese tiempo no parece en condiciones de intentar un disparo con garantías.


ELEMENTOS DE PUNTERÍA:

La configuración de los elementos de puntería es una cuestión de gran importancia en el tiro deportivo. En general se puede aceptar como bueno un punto que tenga más o menos la anchura aparente del negro, dependiendo de la parada del tirador. Un punto ancho nos dará más seguridad y nos ayudará a mantener la vista fija en las miras, aunque nos dará menos precisión. Cuando hay mucha luz es conveniente utilizar menos hueco entre el punto y las alzas, mientras que en el caso opuesto, es decir; si hay luz pobre, suele ser conveniente dejar algo más de luz entre el punto y las alzas para que no se nos canse la vista demasiado.

En general, la elección del punto de mira es una cuestión que muchas veces depende más del gusto personal de cada tirador que de otra cosa. Se trata de elegir un punto lo suficientemente ancho como para que nos de seguridad, pero que al mismo tiempo no nos quite precisión, antes que un punto estrecho que nos dará mucha precisión, pero que nos dará inseguridad a la hora del disparo a no ser que contemos con una parada excelente, y que nos cansará la vista pronto. En el caso de un tirador que este empezando, o que no disponga de una parada demasiado buena, creemos que es más conveniente un punto ancho, ya que la seguridad que nos dará, será en muchos casos superior a la precisión que perderemos con él.

En cuanto a la forma de las alzas, es también una cuestión de preferencia personal, aunque la mayor parte de los tiradores utilizan la tradicional forma rectangular, también se utiliza con éxito las miras en forma de "U". En nuestra opinión, creemos que este tipo de miras es más recomendable en algunos casos, ya que indica mejor si las miras están perfectamente alineadas con el punto o no.


EL DISPARO:

Debemos de tener en cuenta que en las modalidades de precisión hay tres operaciones básicas que hay que realizar. La parada inmóvil del arma, la puntería y la salida del disparo. Si tuviéramos que realizar estas tres operaciones por separado, el éxito en el tiro no sería ningún secreto, ya que nuestra mente consciente se encargaría de realizarlas a las mil maravillas. Sin embargo, el problema viene en el hecho de que estas tres operaciones han de ser ejecutadas simultáneamente, y nuestra mente consciente no es capaz de realizar más de una operación al mismo tiempo, con lo que estas operaciones deben ser realizadas por el subconsciente. El tirador que llegue a este estado conseguirá buenos resultados en cualquier tipo de condiciones, se trataría de que nuestro cerebro mandase una orden al dedo de ejecutar el disparo en el momento en que las miras estuvieran totalmente alineadas y nuestro brazo tuviera un mínimo de oscilaciones, y esta orden se realizaría de manera inconsciente.

Es decir, se trataría del célebre reflejo ojo-dedo del que todos hemos oído hablar alguna vez, y que por otra parte no requiere nada especial para desarrollarse.

Para llegar a obtener este reflejo el único secreto es el entrenamiento duro y metódico. Conviene al principio entrenar los tres elementos por separado, (los ejercicios descritos en el apartado de ejercicios de tiro tienen como objeto una separación de estas operaciones para luego unirlas en el subconsciente).

Al principio, por tanto, empezaremos a entrenar con ejercicios dedicados a reducir las oscilaciones del brazo, y a conseguir algo parecido a la inmovilidad perfecta, después, una vez conseguido reducir las oscilaciones del brazo empezaremos a trabajar sobre la salida del disparo. Al principio no nos ocuparemos demasiado de la posición del arma, sino que nos concentraremos en ejercer la presión correcta sobre el disparador para grabarla en nuestra mente.

Una vez dominado este ejercicio, el tirador empezará a disparar en polígono, pero sin ocuparse de contar los puntos que está consiguiendo, sino de realizar todo el proceso lo más perfecto que pueda.

Un elemento que debemos tener en cuenta aquí es que en el momento que tengamos una parada perfecta el disparo no se producirá, y de ahí el agarrotamiento del dedo índice precisamente cuando mejor estamos parando. Esto es debido a que la orden de accionar el disparador llega al dedo por medio de un impulso nervioso, y si tenemos una parada perfecta, estamos inhibiendo los centros nerviosos receptores del dedo, y para disparar debemos activarlos con lo que si queremos imponerlo mandaremos un influjo perjudicial para el resto del brazo provocando movimientos que a veces no sabemos de dónde proceden.

Todo el problema consiste en que con la parada conseguimos un equilibrio pasivo, y en el momento del disparo necesitamos un equilibrio activo, con lo que el cuerpo no puede romper esa situación sin movimientos bruscos, de ahí los métodos de disparo denominados "de alto rendimiento" en el apartado de pistola libre.

Una vez que el proyectil ha abandonado el cañón, el proceso de disparo aún no ha acabado, sino que se debe mantener el arma en posición durante unos dos segundos. Esto cumple la función de evitar tiros bajos por culpa de un relajamiento prematuro de los músculos del brazo, y además nos ayudará a identificar el punto de impacto del proyectil y los errores que hayamos podido cometer una vez que tengamos dominada esta operación.


LA COMPETICIÓN:

La competición es la parte culminante del entrenamiento del tirador. Aquí es donde de verdad veremos si el sistema de entrenamiento que estábamos utilizando era o no el adecuado, y si de verdad nos hemos preparado bien para la misma. Es muy frecuente encontrar gran cantidad de tiradores que al finalizar una competición ponen gran número de excusas por su resultado. Los resultados no mienten, a un mal resultado hay que buscarle razones, no excusas, además no hay que disculparse ante nadie por haber conseguido un resultado inferior al que podíamos haber conseguido. En vez de buscar disculpas debemos analizar con calma lo que ha pasado e intentar evitarlo para la próxima vez, pero con calma, si eliminamos ese sentimiento de culpabilidad de nuestras cabezas, nos evitaremos muchos disgustos en nuestra andadura deportiva. Ante todo no hay que descorazonarse, todo tirador ha pensado mil veces en que lo debería de dejar, pero son precisamente los que siguen en contra de cualquier problema los que llegan a la cima.

El calendario de competiciones debe estar bien preparado, planificando bien las competiciones mas importantes para hacer una preparación especial de cara a ellas, ya que no es posible el estar perfectamente entrenado durante todo el año, y teniendo cuidado de añadir un pequeño descanso después de la competición para no "quemarse".

Una vez en la competición, la primera serie no debe ser excesivamente larga, ya que se trata simplemente de corregir el arma, no de calentar, no hay que olvidar que el calentamiento ya debe haberse realizado antes de empezar la prueba. No conviene mirar los primeros disparos de la diana de prueba, si los vamos mirando uno a uno, es posible que si cometemos un tiro alto al siguiente inconscientemente apuntemos un poco más abajo para compensar, debemos por el contrario disparar cuatro o cinco disparos sin mirar el punto de impacto, y luego mirar la diana para ver la agrupación. Muchos tiradores consideran que es conveniente no dejar ningún tipo de descanso entre la prueba y la primera serie.

Debemos tener en cuenta que el primer disparo de la primera serie tiene una importancia psicológica especial, hay que procurar hacerlo con gran interés. En general toda la primera serie tiene gran importancia, es junto a la última, la que más tensión acumula, y el resultado final dependerá en cierta medida de ella. Se suele decir que si la primera serie es buena la tirada podrá ser buena, pero que si la primera serie es mala, el resultado será como mucho mediocre. Esto se hace realidad en un número muy elevado de casos: Si la primera serie es buena ya vamos con puntos ganados sobre nuestra media, con lo que se tira mucho más relajado y la tirada tendrá muchas más posibilidades de ser buena. En cambio, si la primera serie es mala, al ir con puntos perdidos se acumula tensión, y sin quererlo tendemos a hundirnos, lo que repercutirá en el resultado final.

El ritmo de tiro debe variar según las condiciones, en teoría debería ser parecido al que realizamos en los entrenamientos, pero en la práctica la tensión nos hace tirar más despacio en las competiciones, con lo que debemos tener cuidado con el tiempo para no andar apurados al final de la tirada. Como regla general, parece que cuando estamos tirando bien tiramos rápido y el disparo sale fácil, y por el contrario cuando tenemos dificultades tendemos a tirar mucho más despacio. No se puede dar un ritmo de disparo ideal para todo el mundo, ya que cada tirador es diferente, y será por tanto él mismo el que tenga que buscar su ritmo particular.

Existen algunos tiradores, incluso está escrito en algunos libros, que recomiendan no mirar por el catalejo durante la tirada, o mirar lo menos posible. Esto en nuestra opinión es erróneo, se debe mirar cada disparo, o casi todos, y apuntar el punto de impacto de cada uno de ellos, para poder ver la agrupación y estudiarla más tarde, y así poder detectar posibles errores sistemáticos que podamos estar cometiendo. Como mucho se puede dejar de mirar el quinto disparo de cada serie por ejemplo, aunque creemos que se debería apuntar todos y cada uno de los disparos, ya que los árbitros también son humanos, y aunque es raro pues suelen cumplir bien su labor, también pueden equivocarse, y un punto puede costarnos un campeonato. Si no tenemos a alguien detrás de nosotros apuntando la tirada, podemos utilizar varios métodos para evitar llevar puntuaciones en la cabeza que podrían distraernos.

Un método de entre los muchos posibles que pueden utilizarse consistiría en marcar sobre una diana de neumática la posición exacta de cada disparo con un alfiler, con lo que al final de la tirada, si miramos al trasluz veremos la agrupación de toda la tirada.

Algunos tiradores utilizan un método parecido que consiste en clavar un alfiler de cabeza gorda en el punto exacto de cada disparo. Además, cada alfiler tendría un color distinto según la serie a la que corresponda. Así por ejemplo la serie primera podría tener cabeza amarilla, la segunda verde etc. Este método tiene sin embargo el inconveniente de que es mucho más aparatoso que es anterior y que no se puede archivar y almacenar con anteriores tiradas como en el caso anterior en el que tan sólo se guarda una pequeña diana de neumática, en la que tendremos la información no sólo de los puntos que hemos obtenido, sino también la agrupación de la tirada, número de disparos en cada anillo etc.

Se puede tener también a mano una cajita con dos compartimentos, en uno de ellos meteremos un balín o una piedrecita por cada diez que metamos, y en el otro haremos lo mismo por cada ocho que hagamos,(si es un siete se meterán dos balines y así sucesivamente), con lo que al final de la tirada podremos saber los puntos realizados por diferencia entre los dos compartimentos.

En general, cualquier tirador poniéndole un poco de imaginación puede idear el procedimiento que mejor le convenga, ya que las posibilidades son poco menos que ilimitadas.

No debemos olvidarnos del otro enemigo público número uno del tirador durante la competición: La última serie. Esta serie tiene una importancia vital, y sobre todo el último disparo. Casi todos hemos experimentado alguna vez la tensión que representa el estar tirando para un primer puesto, a cualquier nivel, o para batir un récord y no poder sacar el último disparo. Cuando esto ocurre, debemos intentar olvidarnos de que es el último disparo y del primer puesto que vamos a conseguir, e intentar actuar como si fuera un disparo más. Sobre todo no precipitarse, hay que intentar esperar por ese disparo sin perder la paciencia hasta que las condiciones de tiro sean las óptimas, y entonces disparar.

Fuente:Club de Tiro Olimpico Arteixo

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